lunes, 24 de noviembre de 2008

Electricidad en el cuerpo


Hace unos días han inaugurado la segunda tienda Decathlon de Sevilla, según dicen es la segunda mas grande de España, cuenta incluso con varias pistas deportivas anexas. Está muy bien, por su puesto está en las afueras, en la salida hacia Alcalá de Guadira. Estuve visitándola e hice algunas compras que necesitaba, pasé bastante tiempo allí viendo, comparando y probándome: gafas, prendas deportivas, etc. Cuando llegué estaba a tope y cuando noté que el numeroso público había bajado fue cuando me dí cuenta de que llevaba allí demasiado tiempo. Me fui para las cajas y cuando la cajera me extiende la mano para devolverme la vuelta del dinero, ¡ZASSS! Le doy un calambrazo. Madre, nunca me había pasado darle un calambrazo a alguien. La cajera se puso a mirarme el brazo, buscando algún cable o resorte que llevara, nerviosilla y pensando que había sido una broma. ¡Jajaja!
No se me ocurrió nada más que sonreír y decirle:
- ¡Te he dado calambre!
Y ella muy nerviosa responderme:
-Si, si. Perdona.
-Adiós.
-Adiós.
Después cuando llego a casa y toco la puerta del ascensor, ¡ZASSS! Solté otro calambrazo.
He visto gente a quienes le pasaba pero a mí es la primera vez que me sucede.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Un rescate vespertino

Salimos de la ciudad y fuimos a la playa, el cielo estuvo claro y soleado. La gente paseaba unas por el paseo marítimo y otras abajo, por la la arena de playa, aunque sólo había una pareja que se atrevía a estar en bañador. El resto permaneciamos con la ropa propia de este tiempo en el que aún no ha llegado el frío propio del invierno. Todo transcurrían según un día de fin de semana de noviembre, es decir, algo más aburrida de lo que deseaba. Contemplabamos el mar sentados en una terraza del paseo marítimo, cuando comenzamos a observar una situación extraña. ¿Qué hacía un hombre que apoyaba un tramo de escalera en una de las palmeras de allí? Algunas gentes detuvieron su paseo y se quedaron contemplando la escena. Nosotros también nos acercamos.

¡Qué ridículo era aquello! El hombre intentaba que un gato subido a la copa de una palmera se bajara de allí, ayudándole con una escalera. Y el gato tocaba con una de sus patas el extremo superior de la escalera sin intentar siquiera subirse a ella. Estaba muy asustado y no veía mayor seguridad en aquel escalón con el que le tentaban que en la posición que tenía. El hombre seguía manteniéndola a pulso por si al gato le daba por aceptar la salvación que le ofrecía. Así siguió incansable, al menos eso me pareció a mí, hasta que apareció otro hombre con un segundo tramo que, una vez lo unió al anterior, le permitió disponer de una escalera lo suficientemente larga como para subirse llegar hasta el gato, cogerlo con sus manos, y llevarselo abajo, cosa que hizo con la mayor agilidad. Se conoce que era suyo, pues en vez de soltarlo se lo llevó con él abandonando el paseo marítimo.




Rescate concluido.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Vivencias


Mucho tiempo ha pasado sin actualizar. Por nada en particular, sólo que no tenía ninguna idea para desarrollar, ninguna curiosidad para exponerla y, lo principal, es que no me encontraba con ganas de ponerme a escribir ni tras salir del trabajo ni los fines de semana.
Ahora me estoy esforzando porque esto es como una depresión que si no te esfuerzas creo que es muy difícil salir de ella.

Una escena ridícula que presencié el otro día fue en el vestuario del centro deportivo. La verdad que fue bastante ridícula. En la zona de los lavabos un tío vestido sólo con unos slips ajustados de color rojo chillón afeitándose la barba y mirando a quien se acercaba a usar los lavabos, como pendiente de la reacción del que llegaba. XD

Una malajada. Un arañazo que le he dado coche contra una puñetera esquina que parece que las diseñan a mal hacer.

Una cosa simpática, pues me he reido mucho pero no saco ahora mismo ninguna en particular.

Un arreglillo casero. Cambiar una bombilla que se había fundido.

Una alegría. Encontrarme con una amiga a la que echaba mucho de menos y con la que no conseguía contactar.

Una satisfacción. El competido partido de padel que nos salió el otro día jugando cuatro amigos.

Algo del trabajo pues que sigo igual de liado con las cosas que llevo.

Sobre la nueva compi, pues que creo que es una complicación absurda que no necesito, procuro pasar de ella en temas no laborales.

Una compra. La de unos zapatos a los que no le desarmaron la alarma y tuve que volver para que lo hicieran.

Un pequeño viaje. Uno en mi coche a una población de la costa. Un día espléndido que necesitaba.

Una sorpresa. La de la dimisión de una de las directivas de mi trabajo que llevaba muy pocos meses allí.

Otra alegría. Vivir el momento histórico en el que Obama consiguió ganar en los EEUU de América y se impuso el "Sí. Nosotros podemos"

Una esperanza. Que la crisis económica se solucione pronto.