lunes, 29 de diciembre de 2008

¡El dos mil ocho se acaba!

Se va el 2008, poquito a poco, día a día, han ido pasando sus semanas y sus meses, cada vez se me van más rápido. Los lunes estoy deseando que sea viernes y los fines de semana pasan raudos casi sin enterarme, con las semanas han corrido los meses y todas las fiestas del año, hasta estas que son las que lo rematan y las que inician el nuevo año. Hay quien quiere que celebremos la entrada del año cuando comienza la primavera, creo que como hacían en algunos sitios antiguamente. Yo lo que quiero es que no nos líen más. Total si también celebramos la entrada de la primavera para qué más rollo.
El pasado 28 fue el de los Santos Inocentes, es el día en el que todos los periódicos meten alguna inocentada entre sus noticias, inventándose algo que haga a sus lectores hablar. Ese día, al alcalde de mi ciudad se le ocurrió decir que 2009 va a ser el año del metro, por lo que hubo quien dijo que si fue una inocentada. Es una burrada decir eso porque ya está casi acabado, prácticamente sólo les queda los remates y la puesta a punto, es decir casi inaugurarlo. Aunque bien pudiera suceder que una de las empresas que lo construyen diera el batacazo, que lo están anunciando y entonces, sí que no lo estrenaríamos ni en el 2010. Toquemos madera.

Ya se acerca la noche y con ella la celebración: la cena, las uvas y el gran cotillón para celebrar la Nochevieja.
¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!!

domingo, 14 de diciembre de 2008

Temporal de frío

Media España está cubierta por la nieve, aunque según lo que se ve en la tele parece que fuera toda ella la tapada por el frío manto blanco. En mi ciudad sólo hace frío, a ratos bastante frío, es la verdad, pero no nieva, es rarísimo que eso haya pasado. Nunca he visto nevar aquí, aunque en casa siempre han dicho que ellos sí contemplaron una vez una nevada hace no sé cuantos años, con lo que me imagino el frío tan tremendo que haría en el resto de España, para que la nieve se diera a una altura de 18 ó 20 metros que es a la que estamos aquí.
Paso a otro tema.
Hace unos días, mientras esperaba al autobús en una parada que, por llegar varias líneas, suele estar llena de gente, se me acercaron dos sujetos con pinta de "gorrilas" que además olían a bebedores de alcohol, mejor diría que a vino peleón. Hablaban entre ellos y, por su cercanía, no podía dejar de escucharlos. El más bajito se quejaba al otro:
- Tío, que no puedo hablar. Nunca me dejas.
A lo que el más alto le respondió:
- Habla, tu habla cuando quieras. ¿Vale tío?
- Vale tío.
Después de esto se alejaron de la parada y al rato se me acercan otra vez y vuelvo, sin más remedio, a escucharles. El alto le decía al bajito:
-Mira, ya viene el autobús. Tú entras y paga con estas monedas para que mientras el conductor se distrae contándolas, yo me cuele por atrás. No te pongas nervioso. ¿Vale?
- Venga, vale tío.
Dicho y hecho. Desde la parada observo como el bajito se mete en el autobús con los últimos pasajeros y distrae al conductor echándole en el tablero las monedas, éste mientras las contaba dejó de vigilar las puertas, momento que aprovechó el alto, al que había perdido de vista porque se había ido por detrás de la parada, para colarse por la puerta de atrás del autobús, en un santiamén, sin que el conductor que arrancó el autobús poco después se hubiera dado cuenta, ni nadie dentro del autobús dijera nada. ¡Qué cosas! Me sentí como reviviendo una de esas historias de pícaros que narra la literatura de hace muchos años. Y todo por un eurilllo de nada.