martes, 18 de mayo de 2010

Mercadillo medieval



Este fin de semana estuve deambulando por el mercadillo medieval que montaron en los Jardines del Prado.
Lo encontré muy sugerente, lleno de puestecillos, terrazas, bares y distracciones de apariencia medieval. Los comerciantes y demás gente que atendían y distraían al público iban vestidos con atuendos de esa época. Lo que más me atrajo, en primer lugar, la apariencia de la época que lo envolvía; también una terraza con su superbarbacoa, que era impresionantemente grande, atendida por argentinos; la reala de burritos que conducía un figurante por entre las calles del mercadilllo y, sobre todo, la exposición de aves rapaces que mostraban al público.
Muy entretenida, aunque duró muy poco tiempo, sólo cuatro días.

Cosas curiosas que ví:
- Gentes disfrazadas de época bebiendo latas de cervezas de ahora.
- Que contaran que por la noche se les habían escapados los burros y tuvieron que perseguirlos por las calles de la ciudad, hasta poder conseguir reunirlos.
- La respuesta del cetrero al que un señor mayor le dijo: " Yo soy amante de los animales". Y aquel le respondió: "Pues yo soy amante de mi mujer". No se pelearon por esto, porque entablaron conversación y el cetrero le dijo que todas las aves que allí tenía eran rapaces y que les daba de comer carne de pollo. También que lo verdaderamente  peligroso no era un picotazo si no las garras. Y cierto que algunas como las de las águilas imperial y real son poderosísimas. También cuando otro señor le dijo con algo de sorna: "¡Qué pequeño es ese!", en referencia a un mochuelo común, le respondió: "Es que a ese no le doy de comer para que no crezca". Otra curiosidad es que le hacía fotos a los pequeños mientras sujetaban un águila, para lo que antes les pedía permiso a los padres -lógicamente- y les ponía un guante de piel y después sacaba las fotos por unas impresoras que tenía en un arcón de tipo medieval. Por cierto que no era gratis cobraba por la foto. Se ve que era su negocio.

domingo, 2 de mayo de 2010

Visita al supermercado

     La otra tarde entré en un supermercado que han abierto hace muy pocos días, al principio había pocos clientes pero a medida que fueron pasando los minutos, estos fueron creciendo hasta convertirse en muy numerosos. Es un supermercado de una empresa exitosa valenciana. Estábamos los que como yo íbamos a por cuatro cosas concretas además de echarle un vistazo a otras por si nos interesaban y los que iban a llenar el carro. Lo sorprendente es que mientras estoy en la cola de una caja situada próxima a la puerta del negocio, y me distraigo mirando una de las cajas que había cogido, escucho al cajero dar unas voces:

     -¡Eh! ¡Eh, oiga adonde va! ¡Estese quieto!

     Al tiempo que deja la caja y se dirige hacia la puerta del local. Yo no sabía lo que pasaba, me había cogido distraido con las cosas que compraba, aunque me situé cuando le escuché decir:

     -¡Se ha ido el tío! ¡Ha salido corriendo y no me ha dado tiempo a nada! ¡Iba sujetándose unas cosas que llevaba aquí escondidas! Se lamentaba mientras hacía señas con las manos de que las ocultaba en la zona de la barriga. Ya es el tercero de hoy. Yo ya no vuelvo a decirle nada a ninguno porque ya me han amenazado hoy. ¡Qué pongan un segurata ahí en la puerta! ¡Yo no vuelvo a decirle a ninguno nada que ya me han amenazado! Repetía visiblemente alterado.

    Al rato aparece el encargado, con cara de malas pulgas, y sale del negocio intentando ver al individuo. Mientras el cajero le decía: 

     ¡Ya no lo vas a ver, si se ha puesto en la esquina de allí enfrente en un segundo!

     El encargado entró y el cajero seguía diciéndole al compañero de la otra caja lo mismo de antes:

     -¡Yo no vuelvo a decirle a ninguno nada que ya me han amenazado hoy!¡Qué pongan ahí en la puerta a un segurata!

     El caso es que el cajero tiene razón, allí lo que hace falta es uno de seguridad que se imponga para evitar esos robos. Porque las cámaras que hay grabarán al ladrón pero no van a evitar que esa gente siga entrando y haciendo de las suyas. Seguro que el próximo día que vaya ya habrá uno allí colocado.


martes, 27 de abril de 2010

Paseo de un doble

Me crucé el otro día mientras caminaba por un parque, zona verde creo que lo llama el palabrerío municipal, con un individuo al que, a medida que se acercaba, le notaba un aire raro. Desde luego no parecía de esta tierra del Suroeste de Europa que es el triángulo del antiguo Reino de Sevilla, es decir, las provincias de Cádiz, Huelva y Sevilla, y parte de las de Badajoz y de Málaga. No era inmigrante, que va, pero tenía un aire más distante como la gente de otras tierras de esta península descohesionada. Tras cruzarme con él, empecé a relacionarlo con la imagen de un político muy conocido por todos, por muchos motivos, algunos de ellos muy, pero que muy personales, que se hicieron conocidos y debatidos en todo el mundo. Estoy hablando de Bill Clinton. Si era propio a él, en la cara, en los ojos, en el peinado, en la expresión con que me miró, en los andares. Vamos que pensé que era igualito a él, pero también era imposible confundirse, no era él, este individuo con el que me crucé era bajito, muy bajito, tanto que era como un doble de Clinton pero a escala reducida. Era como un clon defectuoso por su escasa estatura frente a ladel clonado. Por ello puedo decir que el otro día me crucé con el doble bajito de Bill Clinton. Curiosidades de la vida.

miércoles, 21 de abril de 2010

La Feria de Abril.

     Ayer estuve. Salí del trabajo a eso de las dos, me fui andando porque  no coge muy lejos y llegar en el coche era impensable, en autobús también al estar de huelga y el metro  atestado de gente era imposible, porque los trenes pasaban ya llenos; en cuanto al taxi, era una locura con el atasco de tráfico que había.  Algo antes de las tres entré en una caseta, en compañía con dos amigas, nos dirigimos a lo más interior de ella., dónde está el bar Allí pedimos una jarra de un litro de rebujito, flamenquines, tortillas y revueltos de ajetes. Con algo de suerte nos sentamos alrededor de una mesa de las que hay en la caseta, sentados en unas sillas de las de tipo sevillano, una de ellas plegables, que es la innovación de este año, dimos buena cuenta de todo lo que habíamos pedimos en el bar. Era una caseta particular en la que estábamos, la lástima es que a esa hora del día, a pesar de que había bastante gente, estaba algo aburrida. Después salimos y anduvimos por el Real, el Sol estaba muy fuerte y hacía bastante calor, los paseantes, numerosos, disfrutábamos del precioso paseo de los coches de caballos.


     Estuvimos en varias casetas más, hasta bien entrada la madrugada, en  todas bebíamos, sin pasarnos, y  comíamos algo. En algunas entrábamos para saludar a amigos que veíamos que estaban por allí.  Resultando un constante ir y venir, beber y charlar, porque lo que se dice bailar, lo siento pero a mí no me va, aunque me gusta estar envuelto por el ritmo de las sevillanas. Entre las casetas en las que estuvimos unas eran particulares, otras de asociaciones profesionales, o culturales. Lo pasamos bastante bien, dispusimos de caseta, porque aquí la mayoría son privadas, y cuesta trabajo entrar en ellas. Ya de madrugada,  me despedí  y volví a casa, para lo que tuve suerte, porque andando por la calle vi acercarse a un autobús de  la línea que cojo, que por lo visto había terminado la huelga.

    Ahora mismo está lloviendo, lástima, aunque por estos chaparrones no se estropea la Feria. Hoy habrá mucha animación, porque aunque haya que apretarse el cinturón, hay que disfrutarla, y además porque hoy es festivo, ya que al caer este año en domingo el día de San Fernando, el Ayuntamiento a establecido como  día de fiesta local a este día de lla Feria.




miércoles, 14 de abril de 2010

Coincidencias

Hoy me he cruzado de nuevo con una chica que siempre que la veo va corriendo como si llegara tarde todas las mañanas al trabajo. No es un día ni dos, hace meses que de vez en cuando me la cruzo por los mismos jardines y siempre va corriendo y con el apuro de quien no llega tiempo. Ya me dá algo de risa verla.

Por otra calle a veces me cruzo con uno que lleva siempre la misma ropa muy llena de goterones de pintura, es un pintor de brocha gorda no hay duda, lo curioso es que a este a veces lo he visto al regreso, parece que tiene los mismos horarios.

A veces me he encontrado con alguna compañera que no sabía que vivía por la zona dónde yo, y curiosamente también me la he encontrado días y días seguido, era casi como si lo hubieramos acordado, pero no era así. Otras veces con una vecina, y lo mismo, al coincidir un trayecto y charlar con ella  pues se coge mas cercanía que antes de esa coincidencia.

Otra vez estoy esperando el autobús y llega una muchacha muy grandota y venga a hablarme. Pero bueno que me vé hoy si he salido igual de cansado que todos los días. Yo me limito a contestarle a lo que dice, porque no busco una relación y si tranquilidad en mis trayectos.

También me he encontrado a conocidos que no veía hace tiempo y con los que en algún caso tampoco tenía ganas de charlar, así que aguanto el tipo hasta que vamos por caminos diferentes.
Otras veces me cruzo siempre con un grupo muy numeroso de inmigrantes, rumanos posiblemente, que esperan en la acera de una plaza como que los recojan para irse a algún trabajo de la construcción, aunque esto parece dificil en estos tiempos.

Los días que cojo el autobús también coincido con inmigrantes rusas, y con multitud de hispanoamericanas y a veces algún africano negro. También es curioso pero no recuerdo haberme cruzado con norteafricanos que acudan a su trabajo, y digo curioso, porque haberlos los hay pero no los he visto a las horas en las que me dirijo o vuelvo del trabajo.


lunes, 12 de abril de 2010

Mosquitos

Los mosquitos tienen una rara predilección por mí. Es tanta mi atracción irresistible que como entre uno en la casa, ese se va a mi cuarto, seguro, seguro, a fastidiarme el sueño. Porque mira que resulta molesto el zumbido de un bichejo de esos en medio de la noche. Y mira que resulta difícil localizarlos cuando por fin he reaccionado encendiendo la luz. Y mira que me da alegría darle con la palma abierta y espachurrarlo en la pared. Y que pena me da de ver la sangre que dejan en la pared porque era sangre mía que me acababa de sacar en una picada mientras dormía. Y como me alegro de que su glotonería haya sido su perdición porque si se hubiera contentado con lo que me sacó no me hubiera despertado en su último vuelo rasante sobre una de mis orejas. Pero que rabia me dá cuando se me escapa del golpe que le había destinado. Y que rabia me da que digan que son las hembras las que pican, yo no las distingo, sólo son mosquitos que me molestan mientras duermo.
Pero resulta que desde hace un tiempo para acá estoy viendo unos mosquitos que me impresionan por lo grande que son.  Deben de ser como dos veces más largos que los normales, aunque son más torpes y bobos que los otros, ¿qué habrán comido para crecer tanto? Hoy mismo, he liquidado uno en el cuarto de baño. Menos mal que, hasta ahora, estos siempre los he cazado antes de irme a dormir.

lunes, 4 de enero de 2010

De los gustos el reparto es libre, servirse es gratis.

Ayer coincidí con una vecina cuando subía en el ascensor al piso.

- ¡Hola! Tú vas al piso cuarto, ¿verdad? Me dijo.

- No que voy un piso antes que tú.  Le contesté.

-¡Ah!¡Ya sé! ¡Que flores más raras he comprado! ¡Huelen a coles! Si es la primera vez que las he visto y me gustaron. Pero no tienen olor, sólo un poco a coles. Siguió diciéndome.

- Tras mirarlas y acercarme para olerlas tuve que confirmarle sus sospechas.  ¡Su tallo era como el de las coles una vez peladas! ¡Y su olor semejante al de las coles!

A fín de cuenta le habían gustado, no era mi caso.

Sobre ella, anotar que es de esa clase de personas que sabes que viven en el mismo edificio, pero que te encuentras poco y más raramente aún cruzas alguna palabra, más allá del saludo formal. Cuando la he visto, me ha parecido intranquila y nerviosa. Conozco poco de ella,  vive con sus padres ya mayores y tiene al menos un hijo de ocho o diez años. No sé si está casada o si tiene pareja, siempre la he visto sola. Pero ayer tenía ganas de comunicarse, eso sí, sin perder su nerviosismo. Las flores habrán decorado su salón y se habrá sentido satisfecha pese a su poco atractivo olor a coles.

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